¿Qué hubiera sido de “The Matrix” si Leonardo DiCaprio hubiera sido Neo?
Una de las cosas más importantes en la vida, dice la sabiduría popular, es saber aprovechar las oportunidades que se presentan, esto es válido también para los más famosos de Hollywood, cuya capacidad de visualización, cuando les presentan un simple guión, determina tanto el modo como la velocidad con la que se proyectará su carrera.
La historia de los aciertos y desaciertos cinematográficos de cada uno de nuestros actores, directores y películas favoritas, suelen ser muy atractivas, pero tan interesantes como éstas pueden ser las historias de esas películas que no llegaron a existir, porque quienes iban a ser sus protagonistas rechazaron los roles que les ofrecieron, para bien o para mal.
David Schwimmer, pudiese ser alguien a quien se podría identificar con algo más que “Ross, el de Friends” si hubiera aceptado el papel que encarnó Will Smith, como Agent J en la súper taquillera Men in Black. Will Smith a su vez, rechazó ser Neo en Matrix, porque el guión era “difícil de seguir”, después haber visto las secuelas honestamente no se le puede culpar, tampoco a Ewan McGregor, Leonardo di Caprio, o cualquiera que haya rechazado el papel que finalmente Keanu Reeves interpretó derrochando su inexpresividad característica. Reeves, por su parte descartó el rol de Chris en Platoon, que fue interpretado por Charlie Sheen. Esto, obviamente juega a favor de Sheen porque además de haber sido una actuación memorable, es algo más para recordarlo ya que últimamente corre el riesgo de quedarse siendo “el tío Charlie de Two and a Half Men antes de que lo echaran”.
Algunos filmes que han sido un éxito de crítica y taquilla hasta convertirse en verdaderos iconos, también fueron rechazadas por actores confundidos por el guión o su capacidad de desempeño, y siempre queda la duda de si dichas películas hubiesen corrido con la misma suerte de haber sido protagonizadas por otro actor. Por ejemplo, ¿Forrest Gump hubiese recibido 6 premios Oscar si John Travolta hubiese sido quien saltó al agua frente al Washington Monument para abrazar a su adorada Jenny? Por su parte, el Jerry Maguire de Tom Hanks tal vez no hubiese logrado ni siquiera la simpatía de su secretaria y hubiese partido de la oficina acompañado sólo por su goldfish. Ni pensar en un Edward Scissorhands protagonizado por Tom Cruise o de Mel Gibson como Batman… ¿en qué estaría pensando Tim Burton? ¿Hubiese conocido de otra manera a su “muso” Johnny Depp?
Entre las chicas, puede que lo único que tengan en común Michelle Pfeiffer y Mariel Hemingway, es haber rechazado el papel de Iris en Taxi Driver, rol que decididamente catapultó la carrera de Jodie Foster, quien quince años más tarde protagonizaría Silence of the Lambs, encarnando a la atormentada Clarice Starling. Meg Ryan, Melanie Griffith, y una vez más Michelle Pfeiffer, rechazaron ese papel por la naturaleza retorcida de la historia. Ese guión ganaría un premio Oscar como Mejor Guión Adaptado en 1992, entre otros 4 más incluyendo el de Mejor Actriz para Foster, el de Mejor Director y el de Mejor Película. A Michelle, Meg y Melanie vale preguntarles “have the lambs stopped screaming?“
Otros rechazos épicos que a la larga, de alguna manera, parecen buenas decisiones para la historia del cine han sido: Gwyneth Paltrow descartando el papel de Rose en Titanic que interpretaría Kate Winslet. Meg Ryan dejando que fuera Julia Roberts la que vistiera las inolvidables botas de plástico de Pretty Woman con las que cautivó a todos, y Emily Watson dándole el chance de su vida a Audrey Tautou al rechazar el papel que Jean-Pierre Jeunet, aunque cueste creerlo, había escrito para ella: Amélie.
Todas estas decisiones pueden haber generado o no algún arrepentimiento, no resulta difícil imaginar a “Ross, el de Friends” pensando que tal vez triunfar en el cine no era algo imposible, o a John Travolta envidiando el Oscar de Tom Hanks, pero al final son meras suposiciones. Sin embargo, es casi seguro que Sean Connery todavía debe estar dándose golpes de pecho en algún lugar de Escocia por haber dejado pasar el papel de Gandalf en la trilogía Lord of the Rings, porque esto implicó automáticamente perder 400 millones de dólares, es decir, el 15% de las ganancias de taquilla que le había ofrecido New Line Cinema al actor.
Sabias elecciones o errores descomunales, los actores de Hollywood deben lidiar con las consecuencias de esas decisiones que definen su estilo y dan un rumbo determinado a sus carreras, y hay que reconocer su valentía, sobre todo al pensar que de no rechazar ninguno de los papeles que les ofrecen habría muchos más Nicholas Cage por ahí de los que el cine necesita.
La historia de los aciertos y desaciertos cinematográficos de cada uno de nuestros actores, directores y películas favoritas, suelen ser muy atractivas, pero tan interesantes como éstas pueden ser las historias de esas películas que no llegaron a existir, porque quienes iban a ser sus protagonistas rechazaron los roles que les ofrecieron, para bien o para mal.
David Schwimmer, pudiese ser alguien a quien se podría identificar con algo más que “Ross, el de Friends” si hubiera aceptado el papel que encarnó Will Smith, como Agent J en la súper taquillera Men in Black. Will Smith a su vez, rechazó ser Neo en Matrix, porque el guión era “difícil de seguir”, después haber visto las secuelas honestamente no se le puede culpar, tampoco a Ewan McGregor, Leonardo di Caprio, o cualquiera que haya rechazado el papel que finalmente Keanu Reeves interpretó derrochando su inexpresividad característica. Reeves, por su parte descartó el rol de Chris en Platoon, que fue interpretado por Charlie Sheen. Esto, obviamente juega a favor de Sheen porque además de haber sido una actuación memorable, es algo más para recordarlo ya que últimamente corre el riesgo de quedarse siendo “el tío Charlie de Two and a Half Men antes de que lo echaran”.
Algunos filmes que han sido un éxito de crítica y taquilla hasta convertirse en verdaderos iconos, también fueron rechazadas por actores confundidos por el guión o su capacidad de desempeño, y siempre queda la duda de si dichas películas hubiesen corrido con la misma suerte de haber sido protagonizadas por otro actor. Por ejemplo, ¿Forrest Gump hubiese recibido 6 premios Oscar si John Travolta hubiese sido quien saltó al agua frente al Washington Monument para abrazar a su adorada Jenny? Por su parte, el Jerry Maguire de Tom Hanks tal vez no hubiese logrado ni siquiera la simpatía de su secretaria y hubiese partido de la oficina acompañado sólo por su goldfish. Ni pensar en un Edward Scissorhands protagonizado por Tom Cruise o de Mel Gibson como Batman… ¿en qué estaría pensando Tim Burton? ¿Hubiese conocido de otra manera a su “muso” Johnny Depp?
Entre las chicas, puede que lo único que tengan en común Michelle Pfeiffer y Mariel Hemingway, es haber rechazado el papel de Iris en Taxi Driver, rol que decididamente catapultó la carrera de Jodie Foster, quien quince años más tarde protagonizaría Silence of the Lambs, encarnando a la atormentada Clarice Starling. Meg Ryan, Melanie Griffith, y una vez más Michelle Pfeiffer, rechazaron ese papel por la naturaleza retorcida de la historia. Ese guión ganaría un premio Oscar como Mejor Guión Adaptado en 1992, entre otros 4 más incluyendo el de Mejor Actriz para Foster, el de Mejor Director y el de Mejor Película. A Michelle, Meg y Melanie vale preguntarles “have the lambs stopped screaming?“
Otros rechazos épicos que a la larga, de alguna manera, parecen buenas decisiones para la historia del cine han sido: Gwyneth Paltrow descartando el papel de Rose en Titanic que interpretaría Kate Winslet. Meg Ryan dejando que fuera Julia Roberts la que vistiera las inolvidables botas de plástico de Pretty Woman con las que cautivó a todos, y Emily Watson dándole el chance de su vida a Audrey Tautou al rechazar el papel que Jean-Pierre Jeunet, aunque cueste creerlo, había escrito para ella: Amélie.
Todas estas decisiones pueden haber generado o no algún arrepentimiento, no resulta difícil imaginar a “Ross, el de Friends” pensando que tal vez triunfar en el cine no era algo imposible, o a John Travolta envidiando el Oscar de Tom Hanks, pero al final son meras suposiciones. Sin embargo, es casi seguro que Sean Connery todavía debe estar dándose golpes de pecho en algún lugar de Escocia por haber dejado pasar el papel de Gandalf en la trilogía Lord of the Rings, porque esto implicó automáticamente perder 400 millones de dólares, es decir, el 15% de las ganancias de taquilla que le había ofrecido New Line Cinema al actor.
Sabias elecciones o errores descomunales, los actores de Hollywood deben lidiar con las consecuencias de esas decisiones que definen su estilo y dan un rumbo determinado a sus carreras, y hay que reconocer su valentía, sobre todo al pensar que de no rechazar ninguno de los papeles que les ofrecen habría muchos más Nicholas Cage por ahí de los que el cine necesita.
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